Después de la limpieza colectiva de la rampa y acceso a la huertilla, que quedó como una patena, se imponía un ruego público. En positivo, como decía el compa Manolo. Y la cartelista oficial de la huerta, Lucía, se puso manos a la obra.
Cojimos un buen tablón, lo lijamos, lo limpiamos y con pintura esmalte hicimos un cartel y lo fijamos a la barandilla. Justo al lado de donde los chavales quedan con sus motos, sus chavalas, sus perros, sus pitillos y su tecno-lolailo. Va por ellos:
RESPETA EL ENTORNO. TIRA LA BASURA AL CONTENEDOR. Un girasol, una berejena y un pajarillo.
Puede que dure poco, pero mientras dure, leeran nuestros deseos.
ALFONSO